Villasante, situado al norte de la provincia de Burgos (a 43,06 grados latitud norte y 3,47 grados longitud oeste), es la capital administrativa del municipio denominado Merindad de Montija, una de las siete Merindades de Castilla Vieja. Pertenece al Partido Judicial de Villarcayo.
Se encuentra a 708 metros de altitud sobre el nivel del mar. La distancia por carretera a la capital de la provincia es de 92 kilómetros. Al este de la localidad discurre el río Cerneja.
La Merindad ocupa una superficie de 100,07 km², con una densidad de aproximadamente 8,47 habitantes por km²
Forman parte de la Merindad de Montija un total de 18 entidades locales menores: Agüera, Baranda, Bárcena de Pienza, Barcenillas del Ribero, Bercedo de Montija, Cuestahedo, El Crucero, El Ribero, Gayangos, Hedesa, Loma, Montecillo, Noceco, Quintanahedo, Quintanilla de Pienza, Quintanilla Sopeña, Revilla de Pienza, San Pelayo, Villalázara y Villasante. Además, incluye tres localides-barrios: El Crucero de Montija, El Ribero y Villasorda.
En el pasado, sus pobladores fueron denominados montañeses, igual que los cántabros, los palentinos del norte y los habitantes de los valles más orientales de Asturias. En 1.822 —cuando se establecía la división territorial de España—, y ante la posibilidad de que sus tierras fueran integradas en la provincia de Santander, una representación de montijanos fue enviada a la Corte con la petición de continuar formando parte de Burgos.
Página oficial de la Merindad:Merindad de MontijaFuentes consultadas:
Merindad de MontijaDiputación de BurgosWikipediaCallejero:Plano de Villasante en PDFTurismo:Mapa de Montija
Artículo de Leandro Villasante
Publicado en el Número 73 de la Revista de la Asociación
Es la tierra una materia sumamente compleja, tanto es así, que un simple puñado de ella puede contener además de roca pulverizada, humus, turba, millones de bacterias, animales microscópicos, micelios, virus y en una paletada también larvas, lombrices, escarabajos etcétera.
Basta un simple análisis de las tierras en distintas zonas para comprobar la gran diferencia existente entre ellas. En Villasante no es menos esa diversidad ya que en pocas decenas de metros pueden pasar de la facilidad del cultivo de tierras arenosas a las más exigentes y pesadas arcilloso-calcáreas. Esto lo saben muy bien todos los que la han trabajado, que no son pocos y entre ellos yo me incluyo, orgulloso por otra parte del transcurso de una época muy gratificante en mi vida.
Todas estas incógnitas parecen tener respuesta geológica en el fenómeno Diapiro o Diapirismo. Extrusión que surgió en una franja que se extiende desde la región cántabra, norte de Burgos, Navarra y Pirineos Occidentales.
Hace 90 millones de años la Peña no existía, el relieve lo componían los montes redondeados existentes (Rupando, Ventisquero del Polvo, Picón Blanco, etc.) y una prolongación llana compuesta por tierra arenisca y ácida con piedras redondeadas de color ocre. Más al este se endureció una gran losa caliza que sometida a la presión de la contracción se agrietó.
Por debajo, una masa de minerales menos pesados (arcillas, yesos, sales, etc.) se fueron elevando empujando la gran losa de caliza por las grietas como puede verse en las secciones de los gráficos (1) (2) y (3).
Llegado a límite de expansión, una parte quedó elevada tal y como ahora la tenemos formando la Peña y la otra parte quedó sumergida en el lodo mezclándose con la arenisca y aflorando también la caliza en unas protuberancias en cordón como son San Martín, Hazas, El Rebollo etc.
Con estos cambios geológicos los ríos formaban pantanos naturales. El agua fue abriendo paso erosionando las presas naturales hasta perfilar el cauce que ahora tienen. Las tierras más ligeras y arenosas quedaron depositadas en el fondo (Arenazos) y en las laderas permanecieron adheridas las arcillas compactas y más pesadas.
En base a las teorías descritas, parece lógico que en toda la ladera de la Peña la tierra, al estar expuesta a los agentes atmosféricos (lluvia, viento…) es materialmente «lavada» apareciendo las arcillas calcáreas y compactas. Son muy críticas estas tierras para trabajarlas pero se realizan bien si no están excesivamente mojadas ni secas obteniéndose buenas cosechas primordialmente con los cereales.
En el llano, ya lo expresan los nombres locales (Arenazos, Regada…) la tierra es suelta, compuesta por partículas más gruesas, contiene también algo de cal y es considerada de naturaleza neutra. Quiere decir por tanto, que admite toda clase de siembras y produce buenas cosechas.
Por sus componentes arenosos se labra con relativa facilidad, retiene mal el agua y es necesitada de lluvias muy puntuales.
En todo asentamiento del pueblo mas las dos Aisas o Dehesas, El Habucho, La Quintana la Sierra etc., es arenosaturbosa, seminegra y de extraordinaria calidad, retiene bastante el agua, se labra con facilidad y es apta para todos los cultivos. El Diapiro posiblemente no transformó apenas estas tierras. No olvidemos que en la «Sierra» predominaba el brezo, arbusto característico de los montes de poniente (laderas de Noceco).
En el subsuelo aparecen infinidad de piedras redondeadas y también areniscas hasta que a varios metros de profundidad se encuentra la piedra caliza o cayuela, retén que impermeabiliza y recoge las aguas subterráneas para el mantenimiento de los pozos.
Se eleva otra vez el relieve aflorando la roca caliza más suavemente formando un cordón quebrado (Alto de San Martín, Escarihuela, Hazas, El Rebollo etc.). Las escasas tierras aprovechables son arcillas alcalinas (barro) de muy poco fondo. Con mucho esfuerzo, se obtienen buenas cosechas de cereal pero existen zonas guijarrosas extremadamente alcalinas y prácticamente improductivas.
Terminan los límites del pueblo en un semivalle que forman los ríos Linarejo y Noceco. Ambos se juntan en Trasmolino, transcurriendo sus aguas apaciblemente por Humaderne. Son tierras semiturbosas muy profundas junto a los cauces de los ríos. Destacan los tajos que el agua ha perfilado en el lodo de las deposiciones hasta localizar la piedra arenisca serpenteando sucesivos meandros.
Estas tierras, en lo que yo conozco, siempre fueron destinadas para pradera. Su mal drenaje y excesiva acidez las invalidan para el cultivo del cereal pero por el contrario, pueden desarrollarse muy bien las patatas, tomates, coles, arándanos etc. Estimo que si la mayoría de las tierras más próximas al pueblo, que como he dicho anteriormente son extraordinarias, se han convertido en pradera, dejemos éstas como están y sigamos maravillándonos todos los años en las primaveras contemplando ese tapizado de flores amarillas que emergen predominantemente en el paraje de Soto y que son los narcisos.
Termino este artículo en la intención puesta de haber dado mi mayor proximidad a un tema relacionado con el pueblo y porque así me lo pidieron miembros de la Asociación. Todas estas conjeturas son fruto de distintas documentaciones y mi razonamiento personal. La naturaleza del mismo puede diversificar distintas opiniones y hasta he podido incurrir en algún error que en todo caso estoy dispuesto a asumir.
Leandro Villasante
La Merindad de Montija y sus pueblos
Este libro, publicado en el año 2001, es obra del párroco Don Angel Villasante Ortega.
Recoge a lo largo de sus más de 200 páginas toda la información existente a día de hoy sobre la Merindad de Montija, sobre su rico pasado lleno de historia y de momentos importantes, y la diferente evolución de la zona hasta lo que es el dia de hoy.
Desconocemos si en la actualidad es posible conseguir esta interesante obra.
Bercedo. Biografía de un pueblo hidalgo
Autor: Carlos Velasco PérezDocumentos inéditos del Archivo de Villarcayo y del Juzgado de Paz de Villasante.
Indudablemente Bercedo es el principal protagonista de este libro, pero bien entendido, que así mismo lo son la totalidad de las Merindades de Castilla la Vieja y muy preferentemente la Merindad de Montija, como se puede colegir de sus subtítulos. Así es obligado que suceda, ya que la historia se ha encargado de cohesionarlas indisolublemente hasta 1812 en que la Constitución de Cádiz. -«La Pepa», – se encargó de desintegrarlas con la creación de nuevos y artificiales Ayuntamientos.
Afortunadamente hoy se está recuperando, con fuerza, el sentimiento de unión y hermandad de las mismas, en el que nos une además de la geografía, el paisaje, las costumbres y sobre todo la historia común y el convencimiento de que fueron las verdaderas «paridoras» de Castilla, ellas gestaron la gran Castilla, que es tanto como decir que engendraron España.
Bien podemos mostrarnos orgullosos de nuestro acervo común, de nuestro pasado glorioso, como descendientes de los fundadores de las Merindades a las que hoy queremos devolver su antiguo esplendor y al logro de este empeño quiere contribuir humildemente este libro.
Las invasiones de los pueblos primitivos, y las más modernas de los romanos con sus calzadas, de los visigodos con sus castillos, las correrías de los árabes, y más adelante de los comuneros, de los invasores franceses, de las guerras carlistas, hasta la más reciente Guerra Civil de 1936, tratan consecuentemente, de los pueblos aledaños de toda la comarca, dando lugar —lo cito como curiosidad— a que salga citado el nombre de Villarcayo en 129 ocasiones, el de Villasante en 122, el de Agüera en 72, Medina de Pomar en 49 y Quintanilla Sopeña en 45.
En definitiva estimo, puede ser de interés, para cualquier habitante de Las Merindades o aficionado al estudio, origen y desarrollo de las mismas.
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